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Uno de los conceptos más repetidos a lo largo de la última década en el mundo empresarial es el de la cultura del esfuerzo. Tres palabras que dicen mucho y que asociamos al dueño de la que quizá sea la cadena de supermercados más importante de España. Pero… ¿qué es realmente la tan manida cultura del esfuerzo? ¿Realmente sirve para algo o no deja de ser algo abstracto? Al fin y al cabo, todo el mundo sabe que, sin esforzarnos, no llegamos a ningún sitio. Pero una cosa es tu concepto de esfuerzo y otra el que pueda tener tu jefe. Con cultura del esfuerzo se entiende que sin tenacidad y perseverancia no tendremos suceso, no obstante, ¿se trata de un problema de la actualidad?

Los logros en el CV

¿Qué es la cultura del esfuerzo?

Podríamos decir que la cultura del esfuerzo supone, como te adelantábamos, comprender que sin tenacidad y perseverancia será muy difícil triunfar. En este caso, en el mundo laboral. Esta es la definición más habitual, pero también podríamos decir que implica sufrir ahora para triunfar más adelante. Son dos definiciones de la cultura del esfuerzo que se complementan entre sí. Sin embargo, no podemos perder de vista que cada persona tiene un concepto de esfuerzo diferente. Y esto puede jugar en nuestra contra en el día a día laboral.

Para comprender estas diferencias, podemos comparar la visión analítica de los negocios de las sociedades occidentales con la visión holística de la asiática. En occidente, centramos los esfuerzos en lo general para acabar llegando a lo puntual. Sin embargo, los asiáticos parten de los detalles para acabar en lo general. En occidente analizamos las diferentes ideas y nos quedamos con la que nos parece mejor. En Asia, se prueban varias ideas hasta dar con la que funciones. Dos concepciones del esfuerzo diferentes. ¿Cuál es la mejor?

Cultura del esfuerzo y cultura corporativa

Esto nos lleva a reflexionar sobre la concepción de esfuerzo en las empresas. Vaya por delante que cada empresa es un mundo, y nos equivocaríamos si generalizamos. Pero es innegable que para muchos empresarios, la cultura del esfuerzo es la obediencia ciega. Empresas que por “esfuerzo” entienden trabajar horas y horas, hacer infinidad de horas extras; trabajadores que funcionan como autómatas, obedeciendo sin rechistar. Un concepto de esfuerzo alejado de los estándares que se esperan en pleno siglo XXI.

Una visión de la cultura del esfuerzo marcada por una cultura corporativa ineficaz. El employer branding es cada vez más importante, y la concepción de cultura del esfuerzo es clave en ello. Por eso, el esfuerzo no debería asociarse a trabajar duro, más de lo estipulado. Bien entendido, el esfuerzo debe implicar la capacidad de salir de la zona de confort y seguir aprendiendo. El hecho de no acomodarse en una posición cómoda, sino asumir nuevos retos, la voluntad de desarrollarse y alcanzar el siguiente nivel. Ese es el verdadero esfuerzo.

Por último, hay que hablar del talento. Talento y esfuerzo van de la mano, es algo que no podemos pasar por alto. Quizá los trabajadores más talentosos no tengan la necesidad de esforzarse tanto como los empleados menos talentosos. En cambio, estos últimos deberán dedicar más tiempo para obtener el mismo resultado. Llegados a este punto, ¿quién tiene más mérito? ¿Quién ha hecho un esfuerzo mayor? ¿El trabajador talentoso que se ha acomodado o el menos talentoso?

Los riesgos de una mala concepción de esfuerzo

Los directivos deben asumir la visión actual del esfuerzo. Las nuevas generaciones tienen una concepción radicalmente distinta de la cultura del esfuerzo del de las generaciones anteriores. Por eso, una mala concepción de la cultura del esfuerzo tiene importantes riesgos. Tanto para los trabajadores como para la propia empresa. Ansiedad, depresión y otros síntomas de problemas de salud mental pueden aparecer cuando la cultura del esfuerzo se entiende mal.

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