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El pensador austriaco Iván Illich (Viena, 1926) acuñó una serie de teorías muy interesantes; en concreto, una que versaba sobre la productividad en el trabajo: la Ley de Illich. En esencia, la propuesta que contiene esta ley es que somos seres humanos, no máquinas o robots, y por tanto con una capacidad de trabajo y de concentración limitadas, no infinitas. Muchos estudios, tanto basados en la medición cronometrada de la productividad física como de carácter psicológico y emocional, evidencian la veracidad de este principio, conocido como la Ley de la Productividad de Illich, que puede resumirse de la siguiente manera.

Después de un cierto número de horas, la productividad del tiempo invertido decrece primero y se hace negativa después.

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¿Cómo podemos aplicar la Ley de Illich en nuestro trabajo?

Pero, entonces, ¿qué enseñanzas podemos extraer de este principio? En principio, parece que podríamos extraer algunas importantes conclusiones que, en realidad, no son más que percepciones que nuestra propia experiencia nos muestra en el día a día, tanto personal como profesional.

1. Planifica pequeños momentos de descanso a lo largo del día

En primer lugar, la Ley de la Productividad de Illich nos habla de un umbral de la productividad, un punto de desempeño a partir del cual nos empieza costar más mantener nuestra atención y podemos empezar a tener algún fallo. No podemos pasar en estado de máxima concentración mucho tiempo continuado. Si aceptamos esta realidad, puede ser conveniente establecer pequeños lapsos de descanso cada cierto tiempo para recuperarnos y mejorar nuestra productividad laboral en los minutos siguientes.

2. Sé consciente de que no puedes trabajar al mismo nivel durante muchas horas seguidas

Una segunda lección es que trabajar al máximo nivel muchas horas seguidas al día puede ser contraproducente para nuestra capacidad productiva. Al parecer, el rendimiento y, por tanto, la productividad, tiende a caer de forma significativa en las últimas horas de la jornada laboral, así que merece la pena tener este detalle en cuenta.

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3. Planifica tus vacaciones y tus días de descanso

En tercer lugar, la Ley de Illich también nos puede estar enseñando que debemos tomarnos períodos de descanso de varios días con cierta frecuencia, para luchar en este caso contra el cansancio psicológico y mental, cuya fatiga hace difícil la concentración y, por tanto, las horas de trabajo serían de menor productividad, además de que también pueden aparecer síntomas de ansiedad, depresión, irritabilidad, etc. Justifica, por tanto, la conveniencia de disfrutar de períodos de vacaciones.

Como consecuencia de estas ideas, siguiendo los principios de la Ley de Illich, la clave estaría en organizar adecuadamente los períodos de tiempo dedicados al trabajo y los períodos de descanso. A este respecto hay muchas teorías y propuestas con variantes diversas, que en definitiva lo que buscan es la mejor aplicación de esta conclusión. Por ejemplo, la aplicación del concepto de ‘cajas de tiempo‘.

El tiempo que conviene dedicar a cada tarea dependerá de cómo se puedan descomponer y organizar las mismas. Los tiempos más usados son estos:

  • 10 minutos de trabajo y 2 de descanso: cuando la tarea lo permita y cuando sea muy física o falte motivación.
  • 25 minutos de trabajo y 5 de descanso: es la conocida como ‘técnica Pomodoro‘. Es adecuada para realizar tareas mecánicas, administrativas o de poco esfuerzo intelectual.
  • 48 minutos de trabajo y 12 de descanso: permite afrontar tareas que requieren más esfuerzo y posibilita también alcanzar el máximo rendimiento. El mayor tiempo de descanso es también una mayor recompensa y más descanso mental.

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