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Avanzar y crecer laboralmente es el objetivo de cualquier profesional. A cualquier persona le gusta progresar, afrontar nuevos retos. Nuestra ambición es la mejor carta de presentación, y este tipo de avances pueden realizarse mediante promoción laboral o ascenso. A menudo, existe la tendencia a confundir estos dos conceptos. Podríamos decir que son sinónimos, pues ambos implican un cambio de puesto de trabajo a mejor. Sin embargo, deberíamos conocer las diferencias que hay entre la promoción y un ascenso.

Diferencias entre promoción y ascenso

La principal diferencia entre promoción y ascenso la encontramos en las responsabilidades que se asumirán tras el cambio de empleo. Por norma general, el ascenso implica realizar funciones de mayor nivel, lo que implica una mayor responsabilidad. A su vez, esto viene aparejado de mayores responsabilidades para los trabajadores, acompañadas siempre de una mejora salarial. En cambio, la promoción implica un cambio de categoría, pero no asumir nuevas responsabilidades. Por eso, en la promoción se pueden mantener las responsabilidades.

Uno de los ejemplos que mejor ilustran la diferencia entre ascenso y promoción es el caso de las enfermeras. Cuando una enfermera asciende a jefa de enfermería —puesto de mayor responsabilidad que enfermera convencional—, asumirá nuevas cargas de trabajo. Y el ascenso vendrá acompañado de una mejora salarial. En cambio, puede promocionar de urgencias a triaje, de triaje a la atención ambulatoria… En este caso, las responsabilidades son similares, la enfermera sigue en la misma categoría laboral y su salario no cambia.

Diferencias entre promoción y ascenso: los conocimientos

Otro de los aspectos clave para comprender la diferencia entre promoción y ascenso lo encontramos en la movilidad ascendente. Ya hemos dicho que el ascenso supone que se sube un puesto. En la mayoría de casos, implica incluso un cambio de lugar de trabajo, el acceso a un nuevo despacho. En cambio, la promoción abre las puertas al ascenso gracias a los nuevos conocimientos adquiridos por el trabajador. Sin embargo, puede seguir desempeñando sus funciones desde el mismo lugar.

Muchas empresas cuentan con un sistema de promociones y ascensos que los regulan, formando parte de los planes de carrera de la organización. En algunos sectores, también están regulados por el Convenio Colectivo. Y si promocionamos gracias al conocimiento, el ascenso puede venir por tres vías:

  • Ascensos por antigüedad: cuando un trabajador cumple X tiempo en un puesto, asciende de forma automática a un puesto de más responsabilidad. Se da por supuesto que ha adquirido una serie de conocimientos que le permiten asumir más funciones. Sin embargo, la experiencia o conocimiento de la organización no supone que se esté preparado para esta función.
  • Ascensos por méritos: a base de promocionar adquiriendo nuevos conocimientos, nos podemos hacer valedores de un ascenso por méritos. Aquí no importa el tiempo que lleves en la empresa, sino la capacidad para hacer bien el trabajo. La empresa se asegura ascender a los mejores empleados.
  • Ascensos por designación: no hay un criterio claro para el ascenso. Suelen producirse para cubrir los cargos de confianza en la organización, con el riesgo de desmotivar a los trabajadores que no son elegidos. Sobre todo, cuando se elige a personas con menos méritos que los descartados.

Ascensos y promociones en el Sector Público

Llegados a este punto, conviene señalar que muchas veces las diferencias entre promoción y ascenso dependen del tipo de trabajo que se desempeña. Un buen ejemplo de ello lo encontramos en el Sector Público, donde estos avances laborales vienen regulados por el Estatuto Básico del Empleado Público. En este caso, se garantiza la igualdad de oportunidades entre todos los trabajadores. Los ascensos y promociones vienen regulados por la capacidad del trabajador o los méritos profesionales de los trabajadores públicos.

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